miércoles, 20 de agosto de 2014

Mi "culturizador" preferido en todo el mundo

Como parte de mi proceso de autoconocimiento y encuentro conmigo misma aquí en Pérez Zeledón, durante este reto de un año, espero acercarme a mi yo artística. La que ud supo ver.

Aún recuerdo cada minuto que pasamos leyendo libros sobre pintores; todas esas colecciones en que venían biografías de mis grandes amores: Magritte y Goya. Y su adorado - e insoportable para mí - Monet. Ahora cada vez que veo un cuadro repleto de colores, todo paisajista, me acuerdo de las veces que ud me dijo que yo era un poco "oscura" con mis gustos. La verdad, tiene razón. 

Por otro lado, yo insisto en que Goya fue el primer fotoperiodista en la historia con sus obras sobre la guerra civil española y esas cosas espléndidas. Y Magritte con sus retratos sin rostro. Fabuloso. 

Recuerdo también sus regalos de Navidad y cumpleaños: Discos originales de Beethoven, Bach y Chopin, entre otros. Incluyendo a ese prodigioso del piano contemporáneo Lang Lang. Guardo esos discos como si fueran de oro. Sobretodo ahora que no podrá regalarme más. 
Me acuerdo de las horas que pasamos frente a ese televisor gigante viendo películas mudas; obras de teatro montadas en el Metropolitan de Nueva York. También recuerdo esa espantosa grabación de El Gallo de Oro que a usted tanto le gustaba. Recuerdo zarzuelas y operetas, hermosas puestas para ballet y mi amado e inigualable Papageno en La Flauta Mágica de Mozart. Un amor que debí repetir en el "cuasi cine" de su casa.  Ese, su hogar, más bien parecía una mezcla de museo, biblioteca y videoteca. Era el paraíso para mí. 

¿La vez que vimos la primer película que hicieron sobre Drácula? Yo recuerdo muy bien esa experiencia. Un vampiro viejo y feo. Ud intentó con eso que yo abandonara mi obsesión por los vampiros de la literatura. Pero a la vez me contaba cosas de Bram Stoker que sólo aumentaban mi no tan pasajera pasión. Los vampiros siguen siendo toda para mí. Me encantan. (Y aclaro, jamás, ni por un minuto, me refiero a la serie para adolescentes que leí dos veces. Esa de Twilight. Son cosas distintas). 

Muchas de esas veces nos acompañó su nieto mayor, Andrés. Una gran persona. Pero a veces él se concentraba mucho en la película y ud se dormía desde los primeros minutos. Me sentía sola y extrañamente transportada. Quizá por eso ud amaba tanto el cine. Es una especie de droga. 

Aprendí tanto de ud y su pasión por las artes que simplemente hoy no podría escribirlo todo, pero espero ir poco a poco. 



Lamento, como periodista que se respeta, no haber metido una grabadora secreta en mi bolso, y haber grabado cada una de esas clases de arte. Ud decía que su trabajo era culturizarme. Y aquí estoy, me dejó a medias. Dígame ¿Ahora quién me acompañara a ver exposiciones y visitar librerías? 

Pd. La misma postdata de siempre. Lo extraño maestro. 

Dos cosas pendientes

De la carta anterior me quedó pendiente contarle mis sueños a largo plazo.

Yo sé que ud me va a querer matar cuando se entere. Muchas veces me ofreció recomendarme para entrar a Canal 7, a trabajar ahí y yo no me animé. Me daba pánico. Pero ahora decidí intentarlo. Me dedicaré a aprender de periodismo televisivo todo lo posible; cómo presentar frente a cámaras; cómo redactar para tele; qué lenguaje técnico se usa y hasta cómo debo cuidar mi imagen.

Y luego, dentro de un año, buscaré todas las opciones posibles para hacer mi mayor sueño de niña realidad.

Aún recuerdo cuando mi papá se sentaba todas las tardes a ver Telenoticias. Él era súper fan de doña Pilar, su alumna favorita. ¿Recuerda cuando ud me dijo que desde doña Pilar, nunca una alumna le había calado tan profundo hasta que llegué yo? Ud me contó que notó en ella algo especial, que pudo ver su talento, y me dijo que pensaba que yo llegaría tan alto o más que ella. Me contó que fue ud quien la acercó al 7 y que había seguido puntualmente la carrera de una mujer que brillaba por sí sola. Ojalá pudiera seguir así la mía. Desde el cielo seguro tiene mejor vista. :)

Una vez, ud me dijo que lo único que lamentaba era que no iba estar ahí para verme llegar a la cima. Yo lo que más lamento es que no pueda acompañarme en el camino a ella. Fueron sólo 6 años juntos. No fue suficiente y a veces, dudo mucho de mi misma, de mi capacidad, de mi tolerancia y sobretodo de mi estabilidad emocional y psicológica. Sé que estoy enferma y me da terror reconocerlo.

Pero aún así le prometo que lucharé para que ud me pueda ver en Canal 7. ¿Sigue teniendo fe en mí?

Y el otro sueño es: Concursar por una beca para hacer una pasantía o una maestría en España o Italia. Para algo me deben servir los 2 años que llevé de clases de italiano.

Yo y mis locuras. Nunca me abandonan. Pero ¿Qué puedo hacer? Es lo que pasa cuando uno tuvo un maestro que te impulsó a querer más. Siempre más.



Pd. Lo extraño. Ojalá estuviera aquí.

Pd: Perdone si a veces le nublo el camino con mis lágrimas. Creo que nunca le dije cuánto lo quería profe.

Estoy en Pérez ¿Sabía?

Quiero contarle que tengos dos ilusiones nuevas a largo plazo y tres a corto plazo.

Empiezo con las más próximas: Lanzaré este 5 de Setiembre una revista televisiva de entrevistas. Ha sido, como dirían en mi serie colombiana favorita, un trabajo tenaz. Todo ha salido al revés. Pero supongo que es mi culpa porque no oré lo suficiente antes de plantearme hacerlo. Usted me conoce, sabe que siempre pongo a Dios primero y esta vez, igual que cuando decidí regresarme a Pérez, no le consulté a Él.

Luego, estoy preparándome para el estreno de la página nueva del canal y eso me tiene súper ilusionada. El periodismo digital me fascina y soy una adicta al Internet, ud lo sabe. Espero que el nuevo sitio sea increíble.

Y por último, me emociona mucho trabajar en periodismo mientras vivo en mi casa. Han sido unos días estupendos que a veces olvido agradecer. Estoy con mi mamá y la bebé todas las noches. Descanso montones, veo películas a cada rato, voy a clases de inglés y hasta hago ejercicio. Es bonito estar de nuevo con la familia. Salgo con mi hermano, como con él y sus hijos, paseo con mis sobrinos y eso es lo máximo.



Pero ud ya sabe. Una vez se lo dije. La mentalidad de la gente en Pérez Zeledón y el mundo que me ofrece aunque me desestresa y me libera, no es lo mío. ¿Recuerda la historia que escribió Jane Austen y que lo comentamos en un almuerzo? De aquella chica de clase baja que pasó unas vacaciones con sus tíos en la ciudad y luego nada le parecía suficiente. Hágase a la idea de que soy yo.

No entiendo qué me pasa. Me encanta estar aquí y el trabajo es divertidisímo pero a veces, todos los días, extraño San José. Estoy loca, siempre lo he sabido y me imagino que ud se dio cuenta a la primera, cuando me conoció hace 6 años en aquel curso de la Universidad.... Lo peor es cuando pienso que si regreso a San José ya no estará ud. Ya no lo tendré y eso me mata. Me hacen falta sus abrazos. Cuando ud se fue, fue como si la vida me quitara por segunda vez a mi padre. No hay derecho.

Por fin hoy decidí escribirle

Por fin hoy decidí escribirle, profe. Ha pasado mucho tiempo desde aquel sábado en que leí en Facebook que había muerto. Como si fuera cualquier cosa: Así me di cuenta de que mi mejor amigo ya no estaba más.

¿A quién le contaré ahora todas mis ilusiones, mis planes? ¿Quién creerá en mí como en una princesa de cuento de hadas? ¿Quién me dirá que soy capaz de lograr lo que sea? ¿Quién se alegrará por verme emocionada con algún proyecto nuevo? ¿Quién celebrará mis logros como si fueran suyos?

Sí, ya sé que para eso tengo a mi mamá. Pero ella es mi mamá y me ama. Su apego a mí viene desde siempre. En cambio, con usted don Alberto, todo era tan diferente. Era como tener un diario vivo, de 90 y resto de años, dispuesto a reír con mis estúpidas bromas y a interesarse en las pocas historias que a mis 23 años tengo para contar.

Sé que dije que le escribiría cartas, pero nunca antes tuve las fuerzas para empezar.

Perdone que le escriba hasta ahora, pero, es que lo extraño mucho. Eso es todo.


Extraño los almuerzos, las horas de café y charlas sobre política, las tardes de cine casero y las sesiones de lectura compartida. Ud sabía leer poesía como nadie. Incluso, extraño cuando me regañaba. Extraño sus particulares piropos, cuando me decía que yo tengo un bonito perfil o se asustaba con mis tatuajes en la espalda. Simplemente, me hace mucha falta poder hablar con ud.

Lo peor es que ni siquiera puede responder mis cartas. Pero bueno, yo le escribo. Uno nunca sabe, quizás en el cielo tengan Internet. Lo quiero.